La muerte

Pensar en muerte es quizás visualizar el final de la vida, en la separación del alma de nuestra cuerpa, en un proceso de destrucción, aniquilamiento o ruina.

Incluso es recordar el personaje de la lotería conocido como la muerte y representado como un esqueleto. Más aún es pensar en la clasificación de la muerte por su contexto. Es decir si se da una cuerpa mayor; puede ser vista como senil, si es repentina; como súbita, si es por caducidad del cuerpa; se le conoce como natural. Por otra parte puede ser considerada como voluntaria o involuntaria, no violenta o violenta; en caso de haber experimentado algún traumatismo motivado por el placer, sentido de posesión, odio o desprecio (Russel, D.,1992, RAE,2017).

Todo esto se resume al hecho de que “algo ó alguien” deja de estar presente, de relacionarse, de tener fuerza, de perder intensidad como el color y el brillo. Dado que la persona deja de buscarse la vida, entonces se hace valer el seguro funeral, se organizan los rituales de despedida y  se charla de la última vez que se vio o se dialogó con la difunta. Así es, hablamos de quien aclimata el fúnebre espacio, a quién se le da de baja de sus responsabilidades; morales, sociales o civiles, para darse de alta en el recuerdo. Misma que se resignifica como el cadáver en descomposición, que alimenta al número que genera la estadísticas de hospitales, hogares, lugares marginados o ciudades concentradas, a la carne que llena las fosas comunes, a la madre, hija, hermana, sobrina, tía, conocida, que fue arrebatada o le dio un arrebato por huir del sistema depredador. En otras palabras se habla de la cuerpa que carece de vida y motor para seguir retroalimentando sueños.

Como se ha dicho este proceso puede ser “voluntario” es decir cuando se ejerce el control sobre la vida de la propia cuerpa. En lo cual también pueden involucrarse terceras personas con nuestro consentimiento. Sobre el involucramiento de terceros podemos recordar el tema de elegir una muerte digna es decir cuando se decide mejor “desconectarse de aparatos que estén induciendo los procesos biológicos” que están evidenciando la ausencia de una vida placentera por diversas cuestiones entre ellas la enfermedad, discapacidad, mutilaciones etc. Por otro lado el proceso voluntario que no involucra directamente a otra persona es conocido como suicidio, que a su vez se considerado como un acto que puede ser perjudicial para quien lo ejerce (ibidem) y para quién haya estimado a esa cuerpa sin vida.

Es necesario recalcar que si alguien mata sin consentimiento, se le considera un homicidio;  delito ejercido con alevosía por lo cual se le considera una muerte involuntaria. Lo dicho hasta aquí supone identificar porque la muerte involuntaria y además violenta se clasifica como feminicidio. En vista de que la RAE (2017) lo describe como “asesinato de una mujer por razón de su sexo” se hará una aportación a su definición. Cuando se habla de sexo biológico hace referencia  las diferencias entre machos, hembras o intersexuales de cualquier especie. Mientras que hablar de género es describir la identidad de hombres, mujeres o queer; personas indefinibles. Lo cual se instaura esencialmente por la cultura o se elige por el autoconocimiento.

Así mismo falta redefinir el concepto mujer, porque éste va más allá del “sexo femenino”, “ser adulta”  (Ibidem) ser biológicamente hembra porque puede ser si se asume como tal. En este sentido la existencia de mujeres con órganos sexuales masculinos o sin ellos; transexuales o transgénero son parte de la diversidad de las cuerpas que se construyen culturalmente.

Esta información tiene la finalidad de proporcionar un bagaje de términos que permitan comprender que no sólo las muertes de mujeres consideradas así por su biología pueden ser parte de las estadísticas de feminicidio y de esta manera apreciar que existen huecos muy inmensos en los datos oficiales y de las organizaciones con déficit de teoría de género.

Es importante mencionar que la incubadora del los feminicidios fue descubierta a partir del análisis de las sutiles conexiones de poder entre los actos violentos, deseo y acción de arrancar la vida a las mujeres; cercanas o conocidas. En el fondo es maquinada por la percepción de la masculinidad como una forma de poder y opresión sobre las mujeres. Lo cual convierte a un asesinato un encuentro erótico, de posición sádica y abusiva. Esto nos lleva a la pregunta de ¿Porqué tiene que feminizarse las estadísticas de muerte en manos de asesinos seriales o violadores? ¿Porque la categoría de crimen sexual es un espacio de reflexión-acción para atender al llamado de las consecuencias atroces del patriarcado?. Respecto a esto Caputi, J. (1987) es motivado, sexualmente político, terrorismo fálico funcional de origen ritual en el patriarcado contemporáneo (Citada de: Atencio, 2017:2).

Habría que decir también que el visibilizar las raíces del concepto feminicidio data de los en 1801 en Inglaterra con la finalidad de denominar “el asesinato de una mujer”. Posteriormente se fortaleció en los años noventa y comienza a desplazarse con mayor potencial a partir del trabajo del movimiento feminista en mano de movimientos por los derechos humanos, muy de la mano de las aportaciones de Diana Russell una académica dedicada a los estudios de género en el ámbito de violencias hacia las mujeres en las cuales mencionan que el feminicidio representa  “El feminicidio representa el extremo de un continuum de terror anti-femenino que incluye una amplia variedad de abusos verbales y físicos, tales como: violación, tortura, esclavitud sexual (particularmente por prostitución), abuso sexual infantil incestuoso o extra-familiar, golpizas físicas y emocionales, acoso sexual (por teléfono, en las calles, en la oficina, y en el aula), mutilación genital (clitoridectomías, escisión, infibulaciones), operaciones ginecológicas innecesarias (histerectomías), heterosexualidad forzada, esterilización forzada, maternidad forzada (por la criminalización de la contracepción y del aborto), psicocirugía, negación de comida para mujeres en algunas culturas, cirugía plástica y otras mutilaciones en nombre del embellecimiento. Siempre que estas formas de terrorismo resultan en muerte, se convierten en feminicidios” (Ibidem).

Por otra parte el término feminicidio en México se comenzó a incorporar en los mecanismos legales y en los debates públicos por medio de Marcela Lagarde a partir de los años noventa. Quién aporta sinónimos al término feminicidio: impunidad, desigualdad jurídica, política y cultural además de cosificación de la cuerpa de las mujeres y la transgresión plena de los derechos humanos. El caso más conocido es el de Ciudad Juárez quien fue documentado por Julia Monárrez y logró evidenciar el involucramiento del narcotráfico en los feminicidios.

Además determinar el feminicidio no es algo sencillo sin embargo su complejidad se esclarece al saber es un “conjunto de hechos que contienen los crímenes y las desapariciones de mujeres cuando concurra, el silencio, la omisión, la negligencia, la inactividad de las autoridades encargadas de prevenir y erradicar estos crímenes” (Martínez, A., 2015).

En este sentido despojar el cuerpo de las mujeres desde su posición de odio, despecho, decepción o cualquier otro nudo mental originado por el amor romántico, la cultura machista y el patriarcado va acompañado de un proceso paulatino de implantación de las violencias, que según la Ley General de Acceso a una Vida Libre de Violencia contra las Mujeres se puede considerar que a la indiferencia, las comparaciones destructivas, el rechazo, la restricción, amenazas, aislamiento, humillación, devaluación, insultos, celotipia, infidelidad, herida por armas, golpes, aventones, moretes, abuso sexual, violación, privación de la libertad incluso sustracción, destrucción, retención o distracción de de objetos personales, limitación de recursos económicos o bienes materiales son acciones violentas que se frecuentan más en mujeres que en hombres por cuestiones culturales como lo es la misoginia.

Esta construcción gradual además de dibujar la muerte en el horizonte de la cotidianidad, nos deja pistas en el cuerpo. Muestra de ello son los estudios que hablan sobre la somatización de las enfermedades a partir de los desequilibrios emocionales. Este tema se abre para percibir que las violencias sistémicas además de impulsar los feminicidios permite identificar las pequeñas violencias o micromachismos que son acciones más normalizadas que pretenden y logran aglutinar en la cuerpa de las mujeres las molestias, la rabia, las frustraciones, la depresión o la tristeza con la finalidad de poner en letargo las cuerpas y de ir oprimiendo la existencia de la diversidad, la diferencia a partir de roles y obligaciones.

Hasta ahora el sentido del feminicidio va en torno a la muerte involuntaria y violenta sin embargo existe una fibra sensible que difícilmente se aborda porque se argumenta desde la postura occidental que es efímera y alternativa. Por un lado se hace referencia al contexto adverso que tolera las violencias y transgrede la integridad, salud, libertad y formas de vivirse mujer. Lo cual se ve proyectado en los 7 feminicidios diarios en México y 12 en América Latina (INEGI,2016).

Por otra parte el vivir en este contexto va degenerando la salud a partir de que la cultura patriarcal modera la expresión de las mujeres. Esto ocasiona el estancamiento de las emociones como el enojo, rabia, incertidumbre, frustración y el miedo a existir como mujeres, en la cuerpa. Además de ser proceso complejo e interesante de descifrar en la cotidianidad para identificar los efectos de las emociones no digeridas o procesadas  y su influencia en la forma de cómo movernos en el mundo.

No es de sorprenderse que siempre nos percibamos separadas de nuestra cuerpa, esto es un objetivo del sistema. Que éstas sean producto de los procesos violentos a los que estamos continuamente expuestas. Sin embargo ahora puede ser diferente el reflexionar o profundizar con la finalidad de despertar revoluciones. Comenzar a resignificar las enfermedades, para percibirlas como síntomas que  vulneran, implantan y somatizan el miedo con la intención de aletargar las acciones que transgreden el estereotipo de la buena mujer.

Para ello se puede comenzar por el reconocimiento de la alegría, de la fiesta, del autoconocimiento de la cuerpa de una manera integral, lúdica, en armonía y determinación.

Además de retomar el control por medio del autocoñocimiento un término que hace referencia a la comprensión del placer como un medio de transgresión y persuasión a desprenderse de las opresiones sistémicas. Aun cuando se sepa que lo anterior tiene una serie  de implicaciones deconstructivas intensas, dolorosas o fatigantes; nos encontramos con el bagaje de conocimientos ancestrales y más amigables para percibir la muerte.

Esto nos permitirá entender lo signos y síntomas no como algo individual, sino contextual, grupal, colectivo porque no solo nos alimentamos de lo que comemos también de lo que percibimos. En este sentido hablar de resignificar la enfermedad como desequilibrio nos permitirá vivir a plenitud y comenzar una revolución para deconstruir el modelo opresor. Porque estamos convencidas que padecer la endometriosis no es una enfermedad, es un cúmulo de frustraciones, sensaciones de impotencia, sobrecarga de responsabilidades además de enojo y se puede revertir al momento de delegar y expresar lo que es justo. Incluso se ha dicho que la Mastitis se presenta en mujeres que aportan desmesuradamente sus capacidades y habilidades sin ser valoradas, son sobresaturadas y somatizan el enojo y la rabia.

Incluso reconocer que las infecciones vaginales por levaduras o hongos son voces del cuerpo que nos grita poner límites a las parejas sexuales, son espacios para la reflexión y cuestionamiento sobre el deseo de compartir la genitalidad con la pareja además de una confrontación a la satisfacción del acto sexual. Se puede decir que la acumulación de estas experiencias además de desgastar nuestra vida, nos distraen de conocernos, reconocernos y resignificarlos para atendernos es decir autocuidarnos.

Como se mencionó con anterioridad estos síntomas desglosados en sentimientos y emociones dan pistas muestra de ello son los casos, estudios, perspectivas como la de la medicina china, la herbolaria, la ginecología natural desglosada a partir de autoras como Christiane Northrup,  Miranda Gray, Louise L. Hay, MaryLuz Báez Suescún, Pabla Pérez San Martín, Ana Silvia Serrano entre otras, nos llevan al lugar de reflexionar; el ser parte de la revolución del autocoño o autoconocimiento contribuye a nuestra autonomía, a la liberación de esa gestión feminicida, ser indiferente o ser pasiva y decidir no hacer nada tiene que ver con los privilegios de la información, del acceso al conocimiento, a las redes de apoyo para el seguimiento, a la valentía de reconfigurar la vida de manera radical y súbita. De pronto se le puede conocer como un cambio de chip para la vida. Se le puede identificar a este proceso BUSCARSE LA VIDA, de manera digna, placentera, alegre y rebelde.