Metamorfosis terapéutica

A veces no somos capaces de reconocer lo que sentimos, por eso requerimos de apoyo profesional para identificar lo que nuestras emociones, sentimientos y pensamientos quieren expresar. Ese momento donde decidimos ser acompañadas en un proceso terapéutico quizá desconocemos cuál será el resultado de vivir la lectura a conciencia de nosotras.

Por lo tanto puede que nos de miedo, inseguridad incluso que lleguemos hasta autosabotearnos para aletargar y evitar continuar con esa búsqueda.  En ese momento es fácil encontrarse con detractores de las ciencias de la mente y  ser parte o confirmar con el séquito del abandono, que no son importantes las voces interiores, las búsquedas hacia adentro, el análisis de nuestro discurso, marco conceptual de nosotras.

¡Muchos ojos! los dos, los tres… Por qué en ese lapso de vulnerabilidad somos y todo es un peligro. Quizás desconocemos ser responsables con nosotras y procurar nuestra salud mental comenzando por escucharnos y elegirnos para darnos prioridad es algo que nos va a reconfortar a un corto, mediano y largo plazo.

También podemos hacer el esfuerzo de recordar las historias que nos dan paz y escanear nuestra red relacional ¿Quienes son nuestros referentes de calma, paz, amor y cuidados?. Hacer esta lista de personas ¡Nos salva!, personas con quien confiar, platicar del sentipensar sin sentirnos juzgadas, que nos brindan contención, que están dispuestas para acompañar; sabemos que esas amistades alimentan en esos momentos de carencia y nos hacen crecer, ¿Con quién te sientes agusto?, ¿Con quién te sientes tú?.

Si por el contrario elegimos amistades que no aportan a nuestra salud emocional, es como si eligiéramos arriesgamos  a leer cuentos de terror o alimentarnos de las paranoias ajenas, que nos separan de nuestra voz interna, nunca nos vamos a encontrar.

Sin duda las amistades amorosas son como casas puente donde nos podemos refugiar un instante pero no son albergue, requerimos tomar la responsabilidad de nosotras y reconstruirnos como si fueran casa de medio camino ¡Es posible!, las amistades acompañan mientras germinamos. La eclosión es ese momento arduo donde nos abrimos al sol y salimos hacia la superficie, notando que las raíces están bajo la tierra cada día más grandes, nuestro cuerpo aterrizado y nuestras hojas bailando con el aire. Por eso es que nos necesitamos, estamos en esta red de interdependencia donde damos y recibimos.

Para que esos laberintos de pensamientos, dudas y sentimientos sin entender no sean un obstáculo sino una oportunidad que nos brinde pistas de nuestra historia, percepción e interpretación de nosotras a lo largo del proceso de terapia. Crecer con la voz interna nos llevará a un camino luminoso y lúcido donde todo se ve distinto. Donde encontramos un tesoro. El tesoro de nosotras mismas, la claridad de quienes elegimos ser.