Crueldad gris

En un mundo donde la crueldad alcanza, no alcanza correr para evitar los estragos del sistema en nuestros corazones, cerebros, espíritus…

Vamos caminando esperando que pasen los días, que alguien pare el sufrimiento que dosifica la sociedad pero no hay salida de ese dolor constante, de esa penumbra.
Hay ocasiones en las que la sed hace caer y solo vemos al horizonte como si esperáramos un milagro para levantarnos, es en ese minúsculo momento en el que el viento puede parecer tan benevolente y el sol tan escudriñador.

Pararse, volver a caer… rendir cuentas de facturas olvidadas.

Ser grises por fuera pero rojos por dentro. Sin duda el capitalismo abrazando con sus colores para apagar nuestra esperanza visionaria. Es así como se vive entre tanta inmediatez.

Ver sus cuerpos en el olvido y sus miradas perdidas, una sonrisa que guarda un sufrimiento inagotable. No sé cuales son sus historias, pero si percibo los gritos de auxilio. Puede que pidan una moneda, puede que vendan un dulce… cualquier deseo de sobrevivencia se media por dinero que se adquiere o no en el instante. Vivir al día, habitarse al día…

«Sin casa en la aldea global» un texto que me traslado a esta vorágine cotidiana, verles grises, imaginarles niñxs, ¿Cómo se llega al vaivén?. Historias que sacuden los entrecejos y abren la llave del alma para supurar lágrimas encontradas entre el terror, la tristeza y el enojo. Así la calle, el olvido, el abandono y el despojo. Mil y un medios para alejarnos de nuestro cuerpo y coexistir en el limbo del hubiera.