Gatos y pulke…

Pensaba que los ácidos sabores de un pulke me permitirán sentirte a placer en esta lluvia de sensaciones; fue más que eso. Fue una entramada de curiosidades que tejieron un acercamiento incógnito con ese chico que tras 8 años de enamoramiento fugaz y platónico; por fin llegaba a la estación pulkeña solo para encantarme con sus aventuras latinoamericanas, su seriedad misteriosa, su gusto por la música punk y la agricultura orgánica. Una mezcla de deslices que me llevaron a poner atención a cada movimiento de tus labios, deslizando desde tu garganta una voz ronca, sureña y sencilla.

Ayer pude acercarme, leer tu mirada profunda y la ausencia de tus rizos rubios; interprete tus palabras y tus caricias, tu timidez de tacto y las olas del furtivo viento en mi espalda. He de corroborar, esas  avalanchas que nos cortejaron con el desplazamiento de las ropas; una experiencia exitosa que aun me arrebata suspiros, vibraciones en el pecho, tsunamis en la entrepierna.

Una palabra no es suficiente, la garganta se llena de estruendosos colapsos por derramar deseo en tus oídos; masajes léxicos con mi lengua en tu ombligo; gemidos ensordecedores que te despeguen de la mente y te traigan a esta tierra fresca, llena de vida y secuencias, fractales, aromas a menta, lavanda y piel…

Ponte cómodo te dije, vi como te desplazabas en las cobijas grises de mi cama, vi como te derretias en el terciopelo de mi almada y tomaba la silueta esta cama llena de energía venusiana que se disipio con ese contacto. A placer de esta frase, pude acercarme con suspicacia, ofrecerte chilcuague para la tos; tu sorpresa por las sensaciones  abrió la puerta: ¿Me das un beso?; nerviosa y segura de lo que quería sentir con esas mini explosiones de planta sagrada, me acerque, te lamí los labios, te estreche con la pielecita arrugada como si estuviera comiendo helado de la manera más sutil y radiante, me propuse invadir tu cautelosa y danzante; ente que habita esa cavidad bucal, que tanto me genera misterio.

Estabas ahí, con esa tranquilidad que disipas en todo; tu ropa, tus rizos, tu barba, tu voz, tu tacto…así tú queriéndome cerca y yo resistiendome a saltarte en el pecho “por precaución” y controlando esta euforia uterina.  

¿Te gusto?
-Si
¿Te gusto?
-Si

¿Quieres venir a mi casa?
-Si
¿Me dices por donde?

-Si

Pensar en ti, me acelera la respiración, me alebresta el útero, me hace salir los labios; fortuna en la que me siento y a la vez siento. Si, tú, tú, tú; recuerdo estelar de galacticas caricias. Un cielo en mis labios una galaxia en expansión en mi piel. Cada dedo recorriendome un vórtice de sensaciones, cada beso estrechando mis pezones; una cumbre de orugas energéticas que me recorrían del pecho al chakra raíz. Si puedo con este frenesí; pude con tus besos exacerbados de locura incauta. Pude con ese aroma de tabaco en tu caminas, una sensación de comezón recorriendo mi nariz; imagen con la que capturé el rojo rallado de esa bolsa chiquita. ¿De donde es? -No sé, me lo dio mi hermano. Pistas de tu compañía cotidiana. Pistas para conocer más tus interacciones, gustos y sensaciones por expandir tus pulmones con el sabor superficial de la tierra y no el orgánico placer de la planta en ti.

He de saberte libre, como aquellos gatos que nos espiaban mientras derramabamos miel bajo la noche. Mientras el aroma a marihuana ajena nos embelecia el olfato y las manos avorazadas competían por tocar la mayor tela posible hasta escabullirse entre las playeras, sueteres, chamarras y de pronto…he de recordar esos delgados dedos hurgando en el encaje de mi brasier tinto; como mis deseos de aquel cortejo; como el intenso palpitar de mi corazón y el fuego intenso de esos besos que no daban lugar al silencio.

Podría narrarte con símbolos arcaicos, donde dibujar un espiral era lo que me extendia y retraía en ti, sobre ti, en mi, para mi…

Ahora siento los estragos de la noche: los ojos semicerrados; me recuerdan la desvelada, el dolor de cabeza; el pulke, la piel roja; el salvajismo de tu mano derecha, en mi hombro derecho, la molestia en las rodillas; la fricción de mis cobijas, la vibración de mi vulva; el profundo contacto contigo. Ciertamente siento que todavía vibro en ese palpitar; viendo esos labios acechados por tus dientes, demostrando placer y esfuerzo por resistir no venirte hasta que grite gloria, hasta que palpite sin descansar este útero extasiado por tu compañía y mi desinhibición.

Un difuso recuerdo -“se te ve bien la ropa roja”, -¿Cual ropa roja?, -tu ropa!, ¿Mi ropa roja?… tras minutos de descifran tan extraño comentario me di cuenta que en la desnudez del momento había olvidado que antes tenía un coordinado tinto y te hice saber ¡Ah, mi ropa tinta!, es mi favorita… Por azares del destino y “por si las dudas” lo elegí por la mañana; sin intención de trascendencia, lo puse para mi y por si “algo” ocurría que tenía que compartir esta piel pálida con un contrastante color. Que no quedará duda de que estaba presente mi intención más no mi acción.

Torpeza insabora; abastecía mi cuerpa mientras contemplaba cada vez más cerca tu compañia; no hacía frío ¿Qué pretexto?, no llovía ¿Que resguardo?. Sólo nos vestía la noche la ciudad con sus incesantes luces pasajeras; testigos renuentes a nuestra degustación en público; protegidos por la tecnología que anda en cuatro llantas y que sin lugar a dudas, al pasar se saboreaban el manjar de nuestros labios.

Así la vida, así la noche. Una cumbre de sentires; sin expectativas, con la pregunta constante ¿Cómo te sienteS?- bien. Eso me reconfortaba que estuvieras agusto porque yo también lo estaba. Que estuvieras disfrutando porque yo en la envidia del zangoloteo no quería dejarte nada, solamente para ti.

Me has ocupado la mañana, describiendo cómo me sabroseo el momento en que nuestros cuerpos se sacudieron el frio, se humedecieron los desiertos de nuestra piel con el inmenso manjar de feromonas rondando las protuberancias del exitoso placer; que decirte si las noches y los días pueden ser poesías derramando la conexión cósmica de este relato que ha sido originado por tu coparticipación en un acto de palpitar casual, Una invitación a la interpelación de paso siguiente; del deseo constante. Una lujuria invasiva de volverte agitar los esos labios rotulados con mi dulce saliva; chocolate, pulke, cardamomo…

Agitame el timo, con esa calidez agrónoma; hablame de plantas, sus clasificaciones, colores e importancia. Todo lo que quieras. Descríbeme el proceso de la acuicultura, las lombrices, la tierra y tus sueños. Cuéntamelo todo. No tengo prisa de tocarte con el silencio de mis caricias germinando desde lo más profundo de mis entrañas. Quiero saberte, sentirte, vibrar con tu voz, enloquecer con la curiosidad de tu sigilo. Me enmarañas las sensaciones; por un lado siento vibrar el corazón, por otro quiero solo sentir el palpitar de mi útero, ¿Será una falacia este entretejido de contracciones? o ¿Por fin puedo trepidar en la sintonía de mis constelaciones celulares abiertas?. Además de desfilar en esa dehiscencia de nosotres, quiero compartirte que me trastoca la idea de una reincidencia para ponerle palabras más diversas a nuestros movimientos; una oportunidad para detallar con mis pupilas ese inmenso lienzo que tiene símbolos de tus inquietudes, textos de tus pasiones, colores de tus predilección.

suspiros para ti…

Quiero dejar que todo fluya;
como rocío después de lluvia.
Quiero dejar que pases;

como rio cauteloso en verano.
Quiero  estrecharte intensamente;
como los labios a otros labios.

Quiero fundirme en ti y tu en mi.
Me gustaría frotar en el viento;
esa palidez tuya.
Me encantaría besarte en suspenso;
mientras la luna te acaricia.

Quisiera todo contigo;
placer  intrépido y subversivo.
Más tu reserva  y me acongoja;
las alergias que te habitan y te congestionan.
Olvidarme de ellas quisiera,
para que por arte de magia se fueran.

Alteras mis sentidos;
como desvelo en lunes.
Alebrestas mis movimientos;
como el arte del enervante.
Si me acerco me despabilo,
pareciera olfato desfavorecido…

Con ese aroma a tabaco,
como lavanda, con arrebato.
Me extasía nuestras conversaciones,
bien, estamos, disfrutando, siendo…

Encantada de escucharte;
exclamar la sorpresa de mis soluciones;
¿Jamas te habias encontrado una hierbera?
Que de colibris de aroma… te visitera_
¿Jamás te habías encontrado una feminista?
Que te sacuda con su resplandor discursivo
¿Será que te había llenado de silencios?
¿Por eso cambiaste la conversación de los peces;
por estirar el brazo para alcanzar mi cuello?

Tengo preguntas, de las cuales no quiero respuesta.
Para que…
Si nos fundimos en el orgasmo de la compañía;
allí se habló de todo;
nuestras células se comunicaron kinestésicamente.
Tú, la noche, los grises de esas sábanas,
las oscuridades del cierre de nuestros ojos,
el palpitar de nuestras pieles y todo lo que ocurrió…

Una simple sensación de satisfacción espiritual, carnal, emocional…platónica.