Desear la muerte…

Cuentas veces no nos hemos encontrado con esas ganas iracundas de ¡Muerte a la masculinidad!
¡Muerte a esa guadaña que atraviesa a quienes hemos amado o amamos !
Muchas veces he pensado que si se despojan de ese disfraz como yo me he despejado poco a poco de los tejidos de la feminidad, podríamos experimentar un amor libre, un amor intenso que nos deje sentir el mundo más allá de los filtros sociales; la intensidad de habitar el cuerpo, la naturaleza humana y dejar que los rayos del sol de la libertad personal nos toquen y ericen nuestros bellos.
Una danza donde el viento pueda ser frazada para ese invierno fúnebre de creencias, mandatos sociales y exigencias  sistémicas.

La primera muerte…

  • Cuando descubrí que la honestidad no podría tener lugar en su vida a menos que